26.6.06



La información nos mira. Y como la gran fabuladora que es, crea un cuento, con un ente hijo suyo como protagonista. Silencio, que el niño nos va a hablar.


Soy un ente de la sociedad de la información. Ésta me aprisiona. Soy como el beduino de las ondas, siempre en un desierto de opiniones propias. Y se me empañan las pantallas, la pequeña y la gran y poderosa y totémica televisión familiar, cubierta de lágrimas falsas por destinos funestos que no serán el mío.

Pero tampoco sé hasta qué punto debo creer en el destino de una noticia -de dos minutos de duración-, aunque, aún con todo, aún con la duda, sigo siendo un beduino, desesperado por encontrar un oasis. ¿Tienes agua?


Soy un ente de la era de la información. Ayer vi en el periódico que unos tipos tenían bombas y estaban dispuestos a tirarlas. Sencillamente, no quiero verlo.
También vi cómo un niño me miraba mientras las moscas recorrían su piel y el vientre hinchado sobresalía obscenamente bajo las costillas. ¿Por qué utilizan estos recursos emocionales fáciles? ¿Para cazarme? Será que soy un jodido habitante del primer mundo.

Soy un ente en la sociedad de la información.
Quizá leas en la prensa que existo:
no te lo creas. Y si me ves en la tele (televisión, telly, caja tonta, caja chica, tótem, demonio y ángel, contenedor de mierda y de cultura, el dinero, el poder), aprende a
reírte del personaje en que probablemente me
convertirán: no seré
más que una patética caricatura
de la sombra de mis defectos.
Aunque para qué convencerte (persuadirte, publicidad, mensajes, mensajes, mensajes). Estás saturado
de información y probablemente te importe un comino lo que te estoy contando.
Haces bien. A mí el periodismo me castra.
En realidad pienso que es un auténtico...

¡¡ gali-
matías!!